viernes, 27 de mayo de 2022

[Sr Rubio] [Oathmark] El reino de Nisdey, parte 2. Historia de un ratón.

 

Buenas! Si en la anterior entrada os explicaba un poco como había quedado mi reino a nivel de reglas, en esta voy a explicaros como el noble reino de Nisdey se ha visto obligado a luchar usando los restos de sus antiguos soldados... 

El viejo Ratón estaba sentado en el trono de su padre, prácticamente a oscuras. No le molestaba. De hecho, cada vez estaba más cómodo con la oscuridad, ya que así podía fingir que sus sirvientes seguían siendo seres vivos, en vez de… seres, a secas. No obstante, todavía tenía algunos servidores vivos, como ese pobre que esperaba en la entrada a que reparara en él. Debería recordar su nombre (¿Plutarco? ¿Plomizo? ¿Plutón? Era algo así, estaba seguro…) ya que llevaba toda la vida a su servicio. Literalmente. Su familia eran de los pocos humanos vivos que seguían habitando el castillo, y él ocupaba el puesto de su padre, y el de su padre antes que él, como su edecán, su chambelán, su hombre de confianza para todo. Antes había habido más; ayudantes de cámara, mayordomos, camareras. Recordaba la época de la luz y las risas, aunque cada vez parecían algo más lejano y borroso, como un sueño. Ahora, vivía en la oscuridad con la única compañía de un asustado hombrecito. ¿Tendría familia? Tendría que preguntárselo. Después de todo, él hacía esto (todo esto) por ellos. Por sus súbditos, por su pueblo. Aunque cada vez fueran menos…


“¿Se-se-señor? ¿Puedo pasar, Señor?” – balbuceó el pobre chambelán – “Es la hora de las Memorias, Señor.”

Ah, sí. Las Memorias. Instauró esa costumbre en época del… ¿padre? ¿del abuelo? Del chambelán, como una manera de no olvidar como empezó todo. Porque recordaba vívidamente la luz, las risas, sus rizos dorados y el tacto de su mano en la suya… pero a veces le costaba recordar como habían sido los Humedales del Rey antes de convertirse en los Pantanales del Rey. O, cómo la llamaban los otros reinos, las Ciénagas de los Muertos.

Por eso era importante para él este ritual. Volver a leer (o que le leyeran si no estaba de humor, cosa que cada vez era más habitual) lo que escribió en su momento, cuando empezó a darse cuenta de que no todo iba bien… mantener sus recuerdos, recordar por qué hacía todo esto, por qué era importante que mantuviera el reino de su padre, en vez de dejar que los saqueadores cogieran todo lo que quisieran.

Pasa, viejo amigo, pasa.” – le habló con suavidad el viejo Ratón, como si no quisiera asustarlo más de la cuenta. – “Pasa y cuéntame de nuevo como empezó nuestra desgracia”.

Sí, se-se-señor.” – contestó con su habitual tono miedoso el chambelán. No obstante, en cuanto empezó a leer, su voz se transformó: perdió cualquier rastro de miedo y se elevó, clara y cantarina cuando era necesario, profunda y poderosa en ocasiones, consiguiendo que el viejo Ratón de Nisdey volviera a ser un joven estudioso, hijo menor de la realeza, con la cabeza siempre metida en un libro (hecho que le valió su mote, “Ratón de biblioteca”), de dónde solo ella conseguía sacarlo y hacerle ver mundo…

Tercer día, del tercer mes del tercer año del quíntuplo del Loto.

A quien esté leyendo esto, sabed que yo, Michaelus de Nisdey, como autoproclamado cronista del Reino, he dudado brevemente antes de poner estas palabras por escrito, ya que no soy dado a compartir chismes. No obstante, las fuentes parecen estar absolutamente seguras de lo que ha pasado en la frontera sur, en los hermosos Humedales, y yo me debo a la Historia, por más que resulte difícil de creer.

Según los comerciantes que han viajado por la zona recientemente, hay signos de lucha por toda la frontera, aunque no se ha visto ningún cadáver. Parece ser (y en esto todas las fuentes coinciden, aunque no coincidan en prácticamente nada más) que los pocos retazos de tela encontrados coinciden en color con los de la casa Ukrakas, esos nobles del sur que pidieron permiso a Padre para atravesar nuestras tierras el anterior quíntuplo. ¿Quién osaría atacar a aquellas pobres gentes, que lo único que querían era volver al hogar de sus ancestros? Tal vez debería contactar con el viejo tío Walt. Después de todo, el Landër del Sur es su responsabilidad”


Ah, el tío Walt… Si hubiera sabido en aquel entonces lo que sabía ahora, tal vez los rumores no le hubieran parecido tan extraños. Después de todo… ¿cuántos años llevaba el tío Walt como Archiduque del Landër del Sur? Ya en aquel entonces había habido rumores sobre lo bien conservado que estaba el Archiduque, mientras su primo, el Rey no hacía más que envejecer, y envejecer, y envejecer… De hecho – recordó Ratón – Padre lo llamaba “Tío Walt” también…

La voz del chambelán cambió, pasando a ser prácticamente un susurro y la atención de Ratón se volvió a centrar en la narración.

Quincuagésimo primer día, del sexto mes del primer año del quíntuplo del Lirio.

Los Humedales están enfermos. Sé que suena raro hablar así de una zona que es, básicamente, agua, pero no se me ocurre ninguna otra manera más acertada de describirlo. Sus aguas, otrora límpidas y cristalinas, son ahora turbias y de un color enfermizo. El dulce olor de las plantas acuáticas ha sido sustituido por un fétido aroma a descomposición, e incluso la fauna parece estar cambiando. Nubes de mosquito asolan el lugar, y no hay ni rastro del trino de los pájaros que te acompañaba siempre.

Lo peor de todo es que a nadie parece importarle, salvo a cuatro naturalistas y pintores que disfrutaban de la zona. La gente del Landër del Sur hacía tiempo que evitaba la zona, aunque si preguntas por qué no son capaces de darte una respuesta concreta. Y el tío Walt no parece preocupado; en la última carta que envió a Padre no menciona nada del estado de los Humedales, y mucho menos de la gente a su cargo. De hecho, a veces creo que para el Tío Walt sus súbditos no son más que herramientas que usar para conseguir que el Landër prospere…”


Ratón se encogió de dolor, pues sabía perfectamente que parte de sus memorias iba a recitarle ahora su fiel chambelán.

“Vigésimo tercer día, del segundo mes del segundo año del quíntuplo del Lirio.

Ella está enferma. Sé que esto no es algo que afecte al Reino, así que no debería estar en estas crónicas. Pero ella es mi reino, todo lo que me importa, y como autoimpuesto cronista no puedo dejar de relatar las cosas que veo. Y lo que ahora veo es que la mujer que más me importa está languideciendo en el lecho; su otrora sonrosada tez tiene ahora una palidez que sólo he visto en moribundos, y su mirada ya no tiene ese brillo que me enamoró, si no un brillo febril que no puedo contemplar.

Todo empezó cuando insistió en acompañarme a visitar los Humedales; quería ver con mis propios ojos el estado de esa zona que me era tan querida, y no pude negarme ante la perspectiva de poder disfrutar de su compañía durante el viaje. Todo fue bien durante el viaje de ida, pero antes de llegar a los Humedales ya vimos que los rumores eran ciertos, e incluso se quedaban cortos. La miasma de putrefacción se estaba extendiendo, y sus efectos se notaban ya a un día de distancia.

De hecho, no llegamos a visitar los Humedales. En la pequeña aldea de Santuario fue donde mi amada empezó a encontrarse mal. El médico local, un buen hombre pero con el conocimiento justo para tratar poco más que huesos rotos y alguna diarrea no sabía que hacer. Dado que su estado empeoraba por momentos, decidimos dar la vuelta y volver a la capital, donde estaba seguro que alguno de los galenos podrían decirnos exactamente qué le pasaba a mi amada.

Fue a la salida de Santuario cuando nos cruzamos con la bruja local, una loca que se cruzó en nuestro camino y empezó a gritar que “se la habían llevado, se la habían llevado” mientras sacaba espuma por la boca. Mis cocheros no pudieron si no preguntarle a la mujer “¿qué se han llevado, bruja?”, para intentar calmarla y sacar algo en claro. Pero mientras salía corriendo hacia el interior del bosque, gritando, sólo pudimos entender una palabra: “la piedra”. De qué piedra hablaba nunca lo llegaremos a saber, ya que la oímos gritar al saltar al río, que en aquel punto era ancho y caudoloso. Sus risas histéricas nos continuaron llegando mientras la corriente la arrastraba.”

“Segundo día, del tercer mes del segundo año del quíntuplo del Lirio.

Sigue empeorando. Nada de lo que hacen los médicos reales parece funcionar. Le he escrito a Tío Walt, y me ha sugerido que le hagamos una visita. En su biblioteca tal vez encuentre alguna respuesta a esta enfermedad, que parece afectar al alma más que al cuerpo.”


“Trigésimo día, del tercer mes del segundo año del quíntuplo del Lirio.

El tratamiento de Tío Walt parece estar funcionando, aunque no estoy seguro porque apenas la he visto desde que llegamos. Me he centrado en estudiar esta enfermedad del alma, ya que más gente está cayendo enferma en la zona de los Humedales. Si es algo en el agua, en el ambiente o en las raquíticas raciones que los campesinos del Landër del Sur están obteniendo no lo sé, pero la biblioteca del Tío Walt puede ser que tenga la respuesta. Tiene libros de todas partes del continente, y algunos que parecen escritos en otras lenguas, largo tiempo olvidadas. Por suerte para mí, mi mote de Ratón es plenamente apropiado… Algo me dice que encontraré la respuesta en esa biblioteca; sólo necesitaré tiempo, y no pienso descansar hasta que lo consiga.”

El chambelán miró por un momento a su señor, temeroso de continuar. Pero conocía cual era su deber, y era relatar las Memorias de aquellos días, para que no se perdieran como lágrimas en un día de lluvia.

“Cuarto día, del cuarto mes del segundo año del quíntuplo del Lirio.

Ella está…”

    - Basta – dijo Ratón. - Ya sé cómo sigue, no necesito tu ayuda para esto, querido amigo. Puedes retirarte.

Con una reverencia, el chambelán se retiró, dejando al viejo y decrépito Ratón sumido en sus pensamientos. Sí, sabía que como continuaba la historia. Sabía que había hecho su Tío Walt, y todavía hoy no había sido capaz de perdonarlo. Pero una cosa era cierta: en aquella biblioteca había encontrado el conocimiento que le permitió salvar el Reino de su padre, en cierta manera.

Lástima que no le permitió salvar su alma.


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