Comprendo que una madre se preocupe por su prole
y quiera verlos triunfar en la vida pero su vástago ha llegado a los cuarenta y
tiene más pelo en la espalda que en la cabeza.
Ya va siendo hora de que se busque la vida.
Así que para evitar desgracias señora, y por
mucho que su niño se los haya pedido, deje esos 5 fascículos de Warhammer
Mortal Realms en el suelo lentamente mientras guarda el cuchillo y retroceda
por favor o me veré obligado a abrir fuego”
¡Buenos días y feliz 2020
estimados desconocidos!
Vale.
Admitámoslo. Hacer una entrada de inicio de año el 29 de febrero es tomarse las
cosas con calma. Ya sabéis, la vida real, el trabajo real y todas esas cosas
productivas para la sociedad.
Pero ya es hora
de resolver unas de las preguntas que más debates y sobremesas han llenado en
la Sexta y especiales cítricos de Sálvame.
Y la respuesta es sí. El
Señor Negro existe. Yo soy el puto Señor Negro y ya era hora de que me
presentase.
Lo cierto
es que me hubiese gustado dejarme caer por aquí antes pero me ha resultado
imposible puesto que estaba terminando mi Master homologado en acumulación de
plástico, o como vivir de plástico y cianocrilato del chino en 10 lecciones,
donde he podido demostrar mi teoría de que es posible vivir sin montar, pintar
y jugar con miniaturas y no por ello dejar de comprarlas.
Y esto es lo que
pasa cuando te tiras un mes sin ir a tu tienda amiga….
Mi origen es
muy sencillo Y como buen guionista en horas bajas, voy a tirar de capitulo
retrospectivo
Empezamos con
un travelling al inicio de los 90, abrimos plano y nos encontramos que a un
amigo de un amigo, al que invitaron a jugar a una cosa que se llamaba ROL.
Lo malo de la
historia fue que me propuso ir con él. Y lo peor que acepte.
Cuando yo ya me preparaba para mi primera experiencia con la burundanga, resultó que el anfitrión en lugar de refrescos adulterados, puso encima de la mesa unas hojas de papel, lápices y la mayor cantidad de poliedros numerados que había visto en mi vida. Aquella tarde nació Freik El pupas, ex soldado reconvertido a mercenario que impartía justicia en el mundo de Glorantha a golpe de espada bastarda. Aquello fue una escala armamentística que duro años y me llevo a visitar la Tierra Media, distopias cyberpunk, conocer superhéroes amorales y superprotectores ordenadores sociópatas. O de juegos de .mesa como Heroquest
Ey chico ey. Quieres comprar
un poco de Heroquest 25th?
Tras años y con
el grupo de juego asentado, fuimos ampliando miras hasta que finalmente un día
aciago, un amiguete apareció con unas miniaturas para poner encima de la mesa y
representar a nuestros personajos.
Esas minis me
descubrieron que existía la posibilidad de librar las grandes batallas que
llenaban mi cabeza gracias a los libros de David Eddings o Tad Williams.
Me resistí pero
finalmente y tras tanto dudar entre condes vampiro y elfos oscuros, en un
cumpleaños decidieron por mí y dos cajas de esqueletos y zombies aparecieron
sobre la mesa para estrenarme en WarhammerFantasy 6th.
Desde entonces,
mi horda no muerta me acompaña allá donde voy.
Pero la
puntilla, el hecho que realmente afianzo mi afición por destrozarme las
lumbares mientras sigues tutoriales al pie de la letra de pintores
profesionales para no conseguir más que mojones manchados, ver cuánto puedes
llegar a sangrar de los dedos sin perder el conocimiento o poner a prueba el
estiramiento de la piel pegada de tus dedos, fue el BloodBowl. Rápido, efectivo
y sobretodo, extremadamente cafre. Lejos de la seriedad de las ordenadas filas
de fantasy, de espectaculares desembarco desde la órbita baja de planetas
asediados, lo que me más me divirtió, fue ese juego de jugadores poco cuerdos
zurrándose de la manera más gratuita posible. Nada que ver la cerveza y los
ganchitos gratis.
Wardancer cabrón, tu madre
se caso por dinero!!
A día de hoy
sigo jugando y no tengo intención de dejarlo. Tantos buenos momentos que como
homenaje he decidido seguir siendo igual de malo que cuando empecé y jugando
con los mismos equipos sin pintar
Desde entonces
me volví un politoxicómano más de las miniaturas. Al igual que muchos de
vosotros, tengo una ingente cantidad de cosas acumuladas en casa entre
muñequitos, juegos de mesa, puzzles, libros, inmigrantes ilegales y Satisfyers,
y que en la última mudanza se han encargado de rellenar una habitación entera
ellos solos. El hecho de que fuera idea de la Señora Black el buscar un piso
con una habitación exclusiva para mi uso y disfrute me lleva a pensar que tengo
un problema.
Hoy en el especial de Marie
Kondo.
El cuarto que no se pudo ordenar
Por eso, y
otros motivos que no vienen a cuento, he decidido que no voy a comprar más
minis y a pintar lo que tengo.
Obviamente, en
menos de una semana ya lo había incumplido y una nueva unidad de 40 Chainrasp
entraba por la puerta de casa gracias a los fascículos de Warhammer
Así que decidí
limitar el presupuesto a 10€ mensuales de minis
3 fascículos
después decidí dejar de hacer el gilipollas y disfrutar de cada chute.
Pero sí que
tome una decisión más sensata y ha sido la de controlar el consumo. No ir
comprando ejércitos sin ton ni son, ni entrar en una bacanal de reglamentos. Disfrutar
de lo que tengo y ampliar mis conocimientos en ese arcaico concepto del ahorro.
Pero eso ya
será la próxima entrada que como primera toma de contacto ya está bien.
Nos leemos!
Cielos. El Fin de los Tiempos está aquí. El sr.... ¿Negro? ha hecho una entrada. ¡Esperemos ver Más!
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